Hay días en que no sabemos qué hacer. Nos faltan las respuestas, nos inunda la duda y nos abruma la culpa. ¿Estoy criando bien? ¿Le estoy haciendo daño? ¿Esto que hice hoy estuvo bien o mal?
Criar no es un manual con pasos exactos. Es un camino que se construye caminando, tropezando, aprendiendo. Y sí, está bien no saber qué hacer. Porque lo importante no es tener todas las respuestas, sino criar con amor, disposición y humildad para crecer junto a nuestros hijos.

El peso de la culpa en la crianza
La culpa es una emoción frecuente en madres, padres y educadores conscientes. Queremos hacerlo “bien” y proteger a nuestros niños de todo dolor. Pero cuando nos equivocamos, cuando perdemos la paciencia o no encontramos la solución ideal, aparece ese peso en el pecho: “no estoy siendo suficiente”.
La culpa, en su justa medida, puede invitarnos a reflexionar. Pero cuando se vuelve constante, nos paraliza, nos desconecta y nos hace olvidar algo fundamental: No necesitamos ser perfectos, sino disponibles emocionalmente.
La incertidumbre también educa
No saber qué hacer en ciertos momentos es parte de la vida. De hecho, mostrarles a nuestros hijos que a veces dudamos y necesitamos tiempo para pensar, es una enseñanza poderosa.
- Les enseña que no siempre hay respuestas inmediatas.
- Les muestra que los errores no nos hacen menos valiosos.
- Les permite ver adultos humanos, no héroes inalcanzables.
Ideas para criar sin culpa (aunque a veces no sepas qué hacer)
- Permítete sentir
No reprimas tu cansancio, tu rabia o tu tristeza. Nómbralas, respíralas y sigue. No eres menos madre o padre por sentirte abrumado. - Pide ayuda sin miedo
La crianza no debe vivirse en soledad. Habla con alguien de confianza, busca una tribu, consulta a una profesional. Eso también es criar con amor. - Haz pausas antes de reaccionar
Cuando no sepas qué hacer, está bien parar. Respirar, salir un momento, decir: “necesito pensarlo”. Eso también enseña regulación emocional. - Repara cuando sea necesario
Si perdiste la paciencia, si gritaste o reaccionaste mal, puedes volver. Pedir disculpas y reparar enseña más que nunca haberse equivocado. - Celebra lo que sí haces bien
Cada abrazo, cada mirada atenta, cada intento cuenta. Haz una lista de las cosas que hiciste con amor esta semana. ¡Sí, también eso es crianza consciente!
Criar sin culpa es criar con compasión
No saber qué hacer no significa estar fallando. Significa estar presente, con tus luces y sombras. La culpa no es el camino, la compasión sí. Y empieza por ti.
Permítete dudar. Permítete aprender. Permítete no saber.
Porque al final del día, lo más importante es que estás ahí. Acompañando. Sintiéndolo todo. Haciéndolo lo mejor que puedes.
Crea un “mantra de crianza consciente” para ti. Escríbelo y léelo cada vez que la culpa asome. Por ejemplo:
«Estoy aprendiendo. Me permito equivocarme. Lo estoy haciendo con amor.»